Comenzó la clase de defensa personal para mujeres pidiéndonos que meditáramos sobre por qué estábamos allí. Mi mente y mi cuerpo se llenaron de recuerdos de agresiones, vergüenza y rabia. Lleno de amargura, pensé: "Los hombres me enseñaron el miedo, así que aprenderé a luchar". Entonces, Álvaro le dijo a la clase: "Ustedes están aquí porque se quieren tanto a sí mismos, que están dispuestos a luchar para protegerse".  En ese momento, me ayudó a replantear mi dolor más vulnerable en una oportunidad para practicar la autocompasión.

Álvaro dirigió la clase con un lenguaje sensible al trauma y un contacto centrado en el consentimiento. Cerró la capacitación con una práctica de procesamiento de emociones: "¿Qué te mencionaron durante la capacitación? ¿Cómo te sientes ahora? Nunca antes había experimentado una clase como la suya. Entrené con él durante unos meses antes de mudarme de ciudad. Álvaro siempre creó un ambiente seguro. Se comunicaba con claridad y aprendí mucho de él. Siempre me animaba y me sentía cómoda para probar cosas nuevas.

Hoy en día, sigo entrenando en defensa personal y Jiu Jitsu, pero no he conocido a otro instructor como Álvaro. Cuando otros instructores usan el diálogo de culpar a la víctima e intentan motivarme con miedo a futuros ataques, me recuerdo a mí misma por qué estoy realmente allí, me amo tanto que estoy dispuesta a luchar para protegerme.

No por el miedo, Tengo que definir mis motivos, ni mi futuro,

El amor me da más fuerza que el miedo.

No puedo enfatizar cuánta bondad ha crecido en mi vida desde esta primera clase con Álvaro. Aprovecharía la oportunidad de volver a aprender de él. Incluso si no vienes de la experiencia de un sobreviviente, estoy segura de que puedes obtener valiosos conocimientos y experiencias de la enseñanza de Álvaro.

Recomiendo absolutamente sus clases a cualquiera.

- Eve